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El Último Acorde de “Pinocho Silva”: Un Legado Inextinguible

En el crepúsculo de una era musical, nos despedimos de un ícono del chamamé, Luis Rey Silva, cariñosamente conocido como “Pinocho Silva”. Su partida el 5 de junio de 2024, a la venerable edad de 92 años, marca el fin de un capítulo vibrante en la historia cultural de Misiones y de la música folclórica argentina.

 

Nacido en la tranquila ciudad de Bonpland, Misiones, el 25 de agosto de 1932, “Pinocho” fue un prodigio del acordeón desde su niñez. Bajo la tutela de su padre, también músico, aprendió a dominar el acordeón de tres hileras y 48 bajos que su progenitor había construido con sus propias manos. A los trece años, ya se encontraba inmerso en el mundo de la música, tocando junto a su padre y hermanos, y a los diecisiete, su alma estaba completamente entregada al chamamé.

 

Su servicio en el Ejército como parte de los Granaderos no hizo más que fortalecer su espíritu indomable. Durante sus años en Buenos Aires, “Pinocho” se codeó con los grandes de la música, equilibrando su vida entre el mostrador de la carnicería y los escenarios más prestigiosos de la época. A pesar de un accidente que le costó la falange de un dedo, su maestría en el acordeón chamamecero no decayó; por el contrario, se convirtió en un maestro aún más apasionado y expresivo.

 

“Pinocho” Silva compartió escenario y amistad con leyendas como Isaco Abitbol, Ernesto Montiel y Raúl Barboza padre. Aunque un incendio devastador en las oficinas de SADAIC 19 se llevó consigo sus composiciones registradas, su música sigue resonando en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de escucharla.

 

En sus últimos años, “Pinocho” eligió la ciudad de Posadas como su hogar, donde, hasta sus últimos días, continuó componiendo, ejecutando y grabando música, dejando un legado imborrable en el patrimonio cultural de nuestra provincia.

 

Hoy, aunque las notas de su acordeón hayan cesado, el eco de su talento y pasión perdurará a través de las generaciones, inspirando a futuros artistas a perseguir la belleza y la autenticidad en su arte. “Pinocho Silva” no es solo un nombre en la historia de la música; es un símbolo de perseverancia y amor por la cultura que trasciende el tiempo y las fronteras.

 

Descansa en paz, maestro del acordeón. Tu música vive en nosotros.

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