Coincidiendo con el Día Nacional del Gualambao y el primer cumpleaños sin su presencia física, la Secretaría de Cultura informa que las cenizas Ramón Ayala llegarán a Misiones los días 6 y 7 de abril, para así cumplir el deseo de descansar en su tierra natal.
El calendario marca que hoy cumpliría 97 años, pero todos sabemos que Ramón Gumercindo Cidade, El Mensú, pertenece a esa selecta pléyade de seres sin edad. Nos dejó hace poco más de tres meses, pero su huella en cada uno de los caminos misioneros y los corazones de todo aquél que haya pisado la tierra colorada, no se borrará jamás.
El padre del Gualambao finalmente descansará en su tierra natal cuando los días 6 y 7 de abril, de la mano de Teresa Cuenca, quien fuera su compañera hasta el final, las cenizas de Ramón recorran los caminos misioneros, desde el Iguazú a las barrancas del Uruguay, y del Paraná a esa selva y sus rojos caminos que tan bien supo representar.
El 1er cumpleaños sin el creador del Gualambao
El domingo 10 de marzo, se conmemora el natalicio del mayor ícono musical de la provincia de Misiones, y una de las figuras más relevantes de la historia del folklore latinoamericano, Ramón Gumercindo Ayala Cidade, quien nació en 1937 en la localidad de Garupá y falleció el 7 de diciembre de 2023 en la ciudad de Buenos Aires, a los 96 años de edad. En su honor, cada 10 de marzo y desde 2017, se celebra el Día Nacional del Gualambao.
Creado por Ayala a partir de un experimento orientado a musicalmente, las voces, la esencia y los sonidos naturales de Misiones, el gualambao como género autóctono constituye uno de los mayores legados de un músico que, además, edificó una obra poética de singular potencia y que, como si fuera poco, supo plasmar su inquietud artística también en el lenguaje pictórico a través de múltiples pinturas y dibujos.
Más de 300 composiciones musicales, libros de poesía y narrativa, y un cúmulo de cuadros expuestos en varios países del mundo, dan cuenta de un legado artístico excepcional, condenado a la inmortalidad.
A través de sus canciones, Ramón Ayala cinceló con gracia y sapiencia, paisajes y personajes fuertemente enraizados a la historia litoraleña, especialmente a la de las primeras décadas del siglo XX. Retrato de un pescador, Pan del agua, El Mensú, El cachapecero, El jangadero y El cosechero, entre otros, se inscriben en esta línea de canciones en las que Ayala saca a relucir sus dotes de observador poético y cronista experto en los cauces de lo popular. En este sentido, vale destacar que muchas de sus letras sirvieron también para atestiguar sobre las condiciones brutales que subyugaban a los hombres y mujeres de esos tiempos.
Tal vez ese enfoque social en muchas de sus letras, sin ser Ayala un “cantor de protesta” en los términos en que suele explicarse esa categoría, lo llevaron a principios de la década del sesenta, a formar parte del Movimiento Nuevo Cancionero, un colectivo compuesto impulsado por el poeta Armando Tejada Gómez y la cantante Mercedes Sosa, e integrado por exponentes de la música, la literatura y la danza, que irrumpió para “representar la voz del pueblo” a través de obras con contenido social y proyección latinoamericana.
Pero anteriormente, Ramón se había aventurado exitosamente en el chamamé, de la mano del trío Sánchez-Monges-Ayala, fundado en la década del cuarenta por el artista paraguayo Amadeo Monges.
De aquellos años, surge el disco lanzado a través del sello uruguayo Carumbé, titulado “Viaje vegetal” (1963), un LP con once temas íntegramente compuestos e interpretados por Ayala que, en 2022, fue rescatado y digitalizado para el disfrute masivo. Aquel puñado de composiciones, asoman como piedras fundacionales de una discografía que goza de un enorme reconocimiento y de una inquebrantable vigencia.
Hijo del correntino Gumercindo Cidade, ex cónsul de la ciudad brasileña Sao Borja y María Morel, paraguaya y guitarrera popular, Ramón nació en Garupá y, tras la prematura muerte de su padre, pasó algunos años entre Posadas y Santa Ana, hasta finalmente desembarcar en Buenos Aires, todavía siendo un niño.
Su vida estuvo atravesada por la música, los viajes y el amor inquebrantable a su “Misiones porã”. En 2021, también en vísperas de su cumpleaños, se editó el álbum “Monte adentro”, un rescate maravilloso de grabaciones que nunca habían sido registradas, incluyendo temas que hasta entonces ni siquiera tenían nombre. También en sus últimos años de vida, se reeditó su libro Las trincheras ardientes del Paraguay (Canto popular sobre la guerra grande), un poema épico narrado en prosa.
Estas son apenas algunas reminiscencias a una obra gestada en más de setenta años de trayectoria, que al igual que su figura, perdurará eternamente en el corazón de los misioneros y de todas aquellas personas que en cualquier rincón del mundo lograron sentir el encanto de su hechizo.
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