Barrio Loma Clavel, la parroquia y la escuela Beato Roque González de Santa Cruz
Escribió el padre Carlos Winkel en un modesto libro, allá por 1978: “Esperando en el Paraná – Loma Clavel: un trabajo pionero en el corazón de Sud América”.
Pisó nuestro suelo por primera vez el 2 de enero de 1950, con ansias de brindar a la juventud. Su pasantía por la capital (Asunción) la hizo en la parroquia de la Encarnación, donde tuvo el primer contacto personal con nuestro compatriota y pudo percatarse de que estos no eran ningunos incautos.
Sobre una hermosa colina a cuatro cuadras de lo que fue la aduana, al Este, de la zona del puerto, en un sitio elevado desde donde se divisaba la costa Paraná y en el fondo, al otro lado del río la ciudad de Posadas, se estableció un precario asentamiento en la primera mitad del siglo XX que fue poblándose de obreros, paseras y carretilleros, de muy escasos recursos económicos y totalmente marginado por la “sociedad”. Estos les pusieron el nombre de Loma Clavel.
La mayoría eran personas de tierra adentro que vinieron a nuestra ciudad buscando una mejor calidad de vida, algunos dedicándose al paso de mercaderías hacía Posadas, otros trabajando de estibadores en el puerto y en los aserraderos. Conformaban una zona marginal, sin infraestructura urbana, privado de los servicios básicos y donde la pobreza era el común denominador.
En la década del ’40, la pintoresca Loma Clavel, era un lugar aislado, con calles polvorientas de tierra roja, oscura y tortuosa por la noche. Un barrio apartado de la ciudad que sólo contaba con unos cuantos ranchos de tablas circundados por matorrales, entre maraña de yuqueríes, caraguataes y frondosos árboles. Tenía una modesta escuelita que comenzó a funcionar en 1937 y que sería conocida como “escuelita mandi-ó”, pero carecía de una capilla, de una mediata y cercana guía moral. Y lo más urgente era construir viviendas dignas dotadas de agua potable y energía eléctrica.
El comienzo
Los primeros trabajos efectivos se iniciaron durante el curato del padre Francisco Cedzich, de la Congregación del Verbo Divino, quien, ayudado por una comisión de hombres católicos, el 26 de noviembre de 1949, colocó la piedra fundamental para construir una capillita a la que el padre Winkel llamó “Iglesia de emergencia” que serviría también para escuela de los primeros 11 niños que acudieron a ser alfabetizados, además de cumplir la función de vivienda del paí.
El 2 de enero de 1950 llegaron a Encarnación dos sacerdotes: el padre Bruno Otte y el padre Carlos Winkel, el primero fue al barrio laguna Pytä (Inmaculada Concepción) y el segundo a Loma Clavel. El padre Carlos piso suelo encarnaceno y fue asignado al entonces párroco Francisco Cedzich para ayudarle en la pastoral de su parroquia de la catedral de Encarnación.
El objetivo de la Misión del padre Carlos Winkel abarcaba 240 Km2, en su mayor parte de selva virgen, con poblados muy distantes entre si. Ante esta inmensa extensión se hallaba solo, sin nada en los bolsillos y sin medio de locomoción ya que de su tierra natal Alemania no podía obtener ayuda alguna por encontrarse desangrada a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.
La tarea no le intimidaba, su espíritu germano, fogueado en la cruenta guerra, unido a su vocación de misionero comprometido y recordando las palabras del apóstol Pablo: “Todo lo puedo en aquel que me conforta” hizo que se lanzara con la firme confianza en las gracias de Dios y la ayuda de la madre, la virgen María, sumado el amor a la gente, hizo que la tarea misionera de difícil comienza fuera soportable.
Se abocó a la tarea de pastor y evangelizador del nuevo barrio. Empezó su labor a la sombra de un hermoso tataré (árbol característico de la zona), en un espacio donde solo había maleza poblado por inmensos matorrales de yuqueríes y espinos. Los primeros colaboradores eran feligreses de buena voluntad, aunque la mayoría eran pobres e incultos, alrededor de 70 % no sabía leer ni escribir. No obstante, tenían mente viva y manos diestras y diligentes. Esperaban a alguien que les enseñara el camino recto para convertirse en ciudadanos útiles.
La lucha fue dura para comenzar a construir la capillita que serviría de escuelita también. Los domingos por la tarde se reunía con el grupo de voluntarios en el lugar donde limpiaron para planificar la tarea que debían desempeñar. Se organizaban y durante todos los días de la semana, por la noche, a la luz de la luna, caminaban hasta las olerías de Mboi Caé para traer ladrillos. Cantando a la virgen María cruzaban toda la ciudad transportando en las manos el material de construcción. Gracias a esta tarea voluntaria, empezaron a llegar señores en jardineras, carumbés y camionetas para ayudar con el acarreo de los materiales y muy pronto la capilla fue haciéndose realidad. Todos querían aportar sus granitos de arena.
El padre Carlos era un hombre carismático, extremadamente generoso y caritativo, esto lo llevó a pasar muchas penurias, especialmente en los primeros tiempos de la misión, ya que esta se asentaba en uno de los barrios más cadenciados de Encarnación. Visitaba los negocios y golpeaba las puertas de los que tenían mayores recursos económicos a fin de cubrir las necesidades.
Durante el año 1951 la santa misa se celebraba bajo un árbol y en carpas prestadas del ejército inició la enseñanza escolar asistido de maestros voluntarios. La escuela allí no era obligatoria. Los niños acudían impulsados por la misma necesidad. Y empezaron a aprender. Once fueron los primeros alumnos, su número creció con rapidez inesperada y vertiginosamente. Asistían a clase desde 10 km. incluso muchos a pie, algunos a caballo, su deseo de aprender era grande.
Para la construcción de una “iglesia de emergencia”, que pudiera servir al mismo tiempo de escuela, Mediante bloques cortados con medios rudimentarios pudieron arrancar piedras de una cantera a 3 km. de distancia y tablas aserradas donadas, los pobladores ya habían puesto manos a la obra. Comenzaron a levantar la pequeña iglesia.
Tenían la arena a mano, en la orilla del cercano Paraná. Un empresario les facilitó un viejo camión para transporte. Inesperada y rápidamente la pequeña iglesia de la misión Loma Clavel estaba casi terminada, gracias al ahínco con que ayudaron obreros, veteranos del ejército, pescadores y pobladores desocupados. La propia obra despertó en ellos alegría y empuje. Fieles y escolares tenían un techo que durante muchos años habría el hogar y punto central de la vida religiosa de la comunidad.
El 17 de noviembre, con la capillita casi terminada, el padre Carlos preguntó a los parroquianos que nombre querían ponerle, le dijeron que el de Beato Roque González, porque este misionero fue el fundador de la ciudad de Encarnación y aún no había ninguna iglesia en su honor. Le pareció una buena idea y celebró la última misa bajo el árbol donde hoy está la basílica.
En diciembre de 1951, a un año de intensa tarea de construcción, la humilde capilla de madera, se vistió de gala para celebrar la Nochebuena. El 24 quedó inaugurada. Pero como todavía no tenía puertas, ni piso, ni altar, solo el pesebre de Navidad allí levantado puso su nota emotiva en el ambiente. Una semana después, el 1 de enero de 1952 la capillita ya era un flamante edificio donde se celebró la primera misa.
El 18 de marzo de este año el padre Carlos Winkel obtuvo autorización Eclesiástica y del Ministerio de Educación para abrir una escuela para niños pobres, cerrándose la inscripción con 305 alumnos. El local era la misma capilla, dividida en dos aulas por cortinas. La enseñanza estaba a cargo de cuatro abnegadas maestras normales cuya remuneración corría a cuenta del padre Carlos.
En agosto, el Obispo Diocesano con sede en Villarrica, autorizó la permanencia constante del Santísimo Sacramento en el tabernáculo. El 8 de setiembre tuvo lugar la solemne recepción de la imagen de la Virgen de Fátima, desde Posadas (R.A.).
Del 22 al 28 de octubre se lleva a efecto la Semana Misional en la jurisdicción del Campo de Aviación, (hoy cancha del club Universal), realizándose en su transcurso 400 comuniones y 26 matrimonios.
En noviembre se procede a la clausura del primer grado lectivo, con exámenes supervisados por la profesora de a Escuela Normal, señora Nidia Sanabria de Romero, a especial pedido del padre Carlos. Con tal motivo, este recibió una honrosa felicitación del Ministerio de Educación, por la obra realizada.
En enero de 1953 comenzó el adoctrinamiento de niños. En marzo, 300 recibieron, la primera comunión. Con el beneplácito del obispo, se organizó para la Semana Santa, la exposición de los distintos oficios de la Sagrada Liturgia, mediante cuadros vivos, idea que fue justamente celebrada y apreciada.
A partir de este mes inicia su colaboración un grupo de jóvenes católicos, integrado por 16 de ellos. Ese grupo, luego de formar su comisión, procedió a fundar una biblioteca y concretó la hora de lecturas dominicales y práctica religiosa para sus integrantes.
Además queda a su cargo el oratorio festivo de los domingos, donde se imparte instrucción espiritual a más de 350 infantes.
Las Congregaciones que actuaron bajo la dependencia de ese curato fueron las siguientes: Teresitas, de niñas; Compañía de San Luís, de niños; Coro de Ángeles, de niñas; Organización del Santísimo Sacramento y Asociación de Jóvenes Católicos.
En los primeros años de 1960, 10 años después de su llegada a este barrio la parroquia beato Roque González contaba con 28 capillas-escuelas.
Su actividad fue impresionante, en un año arregló 300 matrimonios. Cuando se producía una separación el padre Carlos visitaba a los cónyuges cincuenta veces si era necesario hasta reconciliarlos o legitimar las uniones irregulares.
En la escuela construida, en los primeros años, asistieron 800 niños en forma gratuita. Instaló un parque de diversiones. Construyó un asilo para ancianas y huérfanas atendido por las Hermanas Salesianas y otro provisorio para varones.
Lo más extraordinario, que al barrio dotó de una pequeña usina eléctrica y una planta de agua corriente. El agua se traía del río en caños de tres pulgadas hasta los reservorios donde eran tratadas con cloro, etc. Los interesados en el servicio solo debían pagar la instalación y los materiales. No había cuota mensual. Tenía también canillas públicas de uso gratuito. También habilitó una Escuela de Arte y Oficio que contaba con maquinarias eléctricas europeas.
En actos públicos exhibía películas y el noticiario local filmado por el propio padre Carlos ue se efectuaban en un salón acústicamente perfecto. El consultorio médico y la farmacia estaban en permanente actividad bajo su supervisión directa. Además el oratorio festivo, la enseñanza de la doctrina y los jóvenes de la Acción Católica, practicaban diversos deportes, que dan expansión al espíritu al cuerpo.
Los proyectos del paí fueron muchos. Las ideas del reverendo Padre Carlos Winkel eran inagotables como su actividad incansable en busca siempre de un mejor vivir para los habitantes del barrio Loma Clavel.
Colocación de la primera piedra para la "Basílica" san Roque González de Santa Cruz.
El domingo 11 de febrero de 1962, en una hermosa y promisoria mañana, tuvo lugar en la plaza contigua a la Parroquia Beato Roque González de Santa Cruz, la ceremonia de colocación de la primera piedra fundamental en forma simbólica de la futura basílica de imponente forma arquitectónica y para eterna memoria del primer santo Paraguayo.
Apadrinó la ceremonia Domingo Robledo, intendente municipal, dándose comienzo con el canto de Himno nacional, coreado por la numerosa concurrencia, como así el Himno Papal, luego del izamiento de las dos banderas.
Luego de la bendición del polígono sobre el cual se elevará la basílica, hablaron el intendente y Monseñor Juan Wiessen, Obispo prelado y de la Congregación del verbo Divino. Igualmente el incansable propulsor de la obra el padre Carlos Winckel
El Vocero Regional, 20 de febrero de 1962, Nº 62, Director Propietario Otilio Gutiérrez Brower. Periodista matriculado Nº 262.639.
González Arias, Director de la agencia de publicidad RIOPAR.
¿Quién fue el padre Carlos Winkel?
Tenía una presencia física atractiva, era un hombre corpulento y muy dinámico, tanto en su vestimenta como en sus modales que cautivaba a las personas. Como fue militar en la segunda Guerra Mundial conservaba su aspecto esbelto y elegante de un soldado. A pesar de que constantemente estaba en actividad por el campo, recorriendo capillas en la moto no se lo veía desaliñado o sudoroso u oliendo de manera desagradable.
Nació en 1915, en el pueblo, Waldrach im Ruwertal, provincia de Tréveris, Alemania. Ingresó a la Escuela Militar en pleno crecimiento del Partido Nacional Socialista de Adolfo Hitler. Con la jerarquía de teniente participa en la Segunda Guerra Mundial siendo tanquista del ejército alemán.
El padre Carlos Winkel falleció el 1 de setiembre de 1985. Sus restos descansan en el cementerio privado de la Casa Central de la Congregación del Verbo Divino en San Agustín – Bonn, Alemania Federal.
Fue el padre Carlos Winckel, hombre dinámico, que después de la Guerra Mundial ingresó en el sacerdocio. El alemán simpático e infatigable, así también autoritario y disciplinado, a cuyo celo apostólico le debe la religión de Cristo Nuestro Señor, tan firme como señalados triunfos.
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