Los hombres vuelven al monte
De Fabián Díaz
Con Iván Moschner
Los hombres vuelven al monte reconstruye dos historias: la de un hijo que se instala en el monte buscando a su padre que ha desaparecido, soportando el calor, el hambre y la sed hasta las últimas consecuencias. Y la historia de un héroe de Malvinas que se convierte en un bandido rural, escapando al monte para asaltar a los puesteros, cazar animales, incendiar pastizales.
Estas historias y todos los personajes que las construyen, habitan en el cuerpo de un solo actor.
Un cuerpo que se despliega en el espacio infinito del monte hasta prenderse fuego y desaparecer.
Actor: Iván Moschner
Diseño de vestuario y escenografía: Isabel Gual
Diseño de luces: David Seldes
Diseño sonoro: Patricia Casares
Violín: Demián Luaces
Bajo: Juan Pablo Casares
Asistencia de iluminación: Facundo David
Fotografía: Ana Schmukler
Asistencia de dirección: Naiquén Aranda
Dramaturgia y dirección: Fabián Díaz
Centro Cultural Cidade- Belgrano y General Paz de Posadas, Misiones
Funciones: 7 y 8 de Diciembre a las 21.30 hs.
Anticipadas en venta: $100
Esta es una gestión del grupo independiente Agua de Río-Producciones
Esta obra obtuvo un premio a la dramaturgia en 2012 otorgado por el Instituto Nacional del Teatro, formó parte de la Fiesta de Teatro CABA 2015 INT y cerró el Festival Circuito Alternativo en Santa Cruz de la Cierra, Bolivia. Participó de la programación del Centro Cultural Kirchner, La Noche de los Museos en El Espacio Ecunhi. Formó parte del Ciclo para formación de espectadores Mundos Imposibles. Fue seleccionada para el Festival de Teatro por la Identidad.
Actuacion y Dramaturgia destacada en los Premios Teatro del Mundo 2015.
EXCELENTE. Magnífica obra de Fabián Díaz tiene el oficiante ideal. Como en la vida, uno va descubriendo identidades, secretos, incidentes traumáticos y diferentes puntos de vista a lo largo de la pieza. Y mientras fluyen las distintas experiencias, se va adueñando del espacio un territorio salvaje, ardiente y sin ley que permite olvidar, durante 55 minutos , que se trata de una representación. El texto adquirió una arrolladora carnalidad gracias a la excelente interpretación de Iván Moschner, una actor de incontables recursos que se entrega a sus personajes en cuerpo y alma. En este caso se lanza a una permanente metamorfosis en la que recrea a un niño y a hombres y mujeres de cualquier edad, a veces con humor, otras con una emoción de esas que horadan gota a gota. Su actuación hace visible lo ausente y logra que el espectador sienta en su propio pecho el dolor, la violencia y el desamparo de estos seres abandonados de la mano de Dios.
Patricia Espinosa, Ámbito Financiero
MUY BUENA. Un notable unipersonal. Díaz, en tanto dramaturgo, construye un relato muy inquietante porque no sólo diseña a este personaje sino que además le pone una contracara. El autor logra componer un friso conmovedor que devela como las secuelas de la guerra han ido horadando la personalidad de un joven hasta transformarlo en una especie de ser salvaje, mágico, escapado quizá de una leyenda, que deambula por un submundo escalofriante en el que únicamente puede habitar su compleja vida.
Iván Moschner construye seres con una naturalidad conmovedora. Juega con uno y otro personaje -el padre/el hijo- con una notable capacidad creativa. Conduce el relato con gran astucia. Da vida a imágenes potentes que alimenta con mucho rigor y hasta utiliza el lenguaje de la región para completar con más entereza ese complejo monólogo que logra hacer trascender hasta con maestría.
Es esta una experiencia de una teatralidad extrema que sin duda la dupla Díaz-Moschner fue construyendo muy meticulosamente. La actuación es el centro indiscutido del proyecto.
Carlos Pacheco, La Nación
http://www.lanacion.com.ar/1788098-un-notable-unipersonal
Impecable trabajo. Poesía, es eso, poesía. Amigos, colegas, estudiantes de actuación, gente toda, vean un gran actor en entrega total, vean cómo dialoga con la belleza de texto, puesta, luz, escenografía, música... Compromiso. Y desde ahí pensar esos lugares tan dolorosos de nuestro pasado presente. Un teatro que es político porque SUCEDE cada vez y no especula con lo que enuncia.
Guillermo Cacace
Los hombres vuelven al monte es un texto fragmentado, de a retazos, se repite, avanza, retrocede, y vuelve una vez más al mismo lugar. Como cualquier reconstrucción emocional alterada por la percepción de quien la relata. Como el mago que hace aparecer el conejo de la galera, Iván Moschner, precisamente dirigido por Fabián Díaz y sin que se evidencie el truco, hace aparecer todas las imágenes, todas la impresiones, todos los recuerdos, todas las emociones de ese personaje desolado y perdido en búsqueda de su padre. Su actuación se impone de una manera arrasadora. Te abruma, te confunde, te emociona, te sacude. Solo él, con ese grado de singularidad, humor y ternura, puede hacer algo así. No puedo imaginar a ningún otro actor encarnando a ese ser. Me siento muy agradecida y feliz, por haberme invitado a ser parte de esta experiencia.
María Inés Sancerni
Cuando el drama sucede en el cuerpo de un actor, cuando el cuerpo del actor se deja atravesar por un lenguaje exquisito, el resultado es asombroso. No creo que otro actor pueda hacer ese texto como lo hace Ivan. No creo que Fabian pueda concebir otro rostro nunca más para ese/esos torturados hombres huérfanos y abandonadores y abandonados que transitan el espacio escénico, para volver al monte. Los amantes del buen teatro, del teatro que conmina a pensarse uno mismo, no deben perdérselo.
María Fiorentino
En Los hombres vuelven al monte, Fabián Díaz consigue dar ese "rodeo necesario" - como diría Jean Pierre Sarrazac - para hablar de una de las heridas más lacerantes de nuestro pasado reciente. Su mirada sesgada, su verbo descarnadamente poético desborda lo histórico para abrir paso al mito. Y el teatro, para alumbrar lo original, vuelve al origen. La interpretación de Iván Moschner, con su dominio escénico y su estremecedora entrega, es sencillamente imperdible.
Patricia Zangaro
"Los hombres vuelven al monte": un cuerpo que se despliega. La obra "Los hombres vuelven al monte" plantea la hipótesis de la transformación constante, donde la palabra modifica el cuerpo y éste, a su vez, el espacio. De esta manera, tanto la palabra como el cuerpo y el espacio se convierten en la materialidad específica con la que el actor configura, sumando al resto de los lenguajes escénicos (iluminación, escenografía, música y vestuario) un tramado poético y dramático sobre una temática áspera y cruda como lo es la Guerra de Malvinas. El trabajo actoral le da una identidad física a esta compleja red, lo que hace de la obra una experiencia en tiempo/espacio, donde el espectador queda retenido por la intensidad de cada personaje y situación. La obra propone, junto a lo anterior, un vínculo estrecho con la mirada del espectador. El actor, mediante los personajes que lo atraviesan durante los 55 minutos de la función, parece buscar con sus ojos los ojos de todos los allí presentes. Este gesto de apertura pone de manifiesto la franqueza de quien está abriéndose para dejar ver que no hay artificios, para dejar expuesto que lo que se está haciendo presente en el cuerpo entreteje una nueva configuración sobre lo real. Y es en este gesto de apertura donde se hace manifiesto el carácter profundamente tenso y dramático de la pieza.
Raúl Alarcón, Prensa Obrera
http://www.po.org.ar/prensaObrera/1362/cultura/teatro-los-hombres-vuelven-al-monte-un-cuerpo-que-se-despliega
Actuación pura. La actuación de Iván Moschner en Los hombres vuelven al monte tiene tantos matices que llega a producir algo muy difícil de definir y que solemos llamar emoción estética. La obra escrita y dirigida por Fabián Díaz, quien obtuvo por ella un premio a la dramaturgia del INT, es pasto fértil para el trabajo del actor. Una inteligente vuelta de tuerca al teatro narrativo. Doloroso bululú de nuestra historia reciente.
Susana Anaine
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10153232241537855&set=a.436388507854.217001.792772854&type=1&theater
La composición que hace Iván Moscher, auténtico bululú del camino de Santiago, actor de pobres y limosnero que llevaba consigo todos los personajes, es impecable.
Raúl Argemí, Miradas al Sur
http://www.miradasalsur.com.ar/nota/11056/el-dolor-siempre-llega-del-sur
La obra reconstruye la historia de dos hombres: un hijo que se instala en el monte buscando a su padre y ese mismo padre, ex combatiente de Malvinas y devenido bandido rural. Los dos personajes y otra multitud de voces que conviven en el mundo doloroso de la obra son interpretados por Moschner. El actor misionero, que formó parte del elenco de El gran deschave, interpreta con gran verdad, rigor técnico e intensidad a padre e hijo, una empleada burocrática o una madre desesperada. Malvinas es, según la lúcida mirada de Díaz, un dolor que sigue sucediendo aunque la guerra haya terminado. Una tragedia que se suma a otras hasta convertirlo en un salvaje. Un destino lleno de desolación, un mundo pueblerino agobiante y el bochorno de la tierra litoraleña forman ese paisaje. Su poética es potente como el fuego de los pastizales que incendia el personaje. E intensa como la carne del guazuncho (corzuela), que se come para matar, aunque sea por un rato, el hambre.
Roberto Durán, Diario Z
http://www.diarioz.com.ar/#/nota/malvinas-sale-escena-43322/
La melodía que arma Moschner al hablar, su cadencia áspera es el núcleo de la obra, un texto larguísimo que no para, un caudal en el que entra todo. El prodigio vocal de Moschner y la aguda dirección de Fabián Díaz (también dramaturgo de esta pieza) muestran un fuerte dominio de una puesta que se juega en su precisión milimétrica. El breve mundo de Los hombres... formado por cacharros, por cajones, por comida, por violencia, por un volver imposible, adquiere una densidad avasallante a medida que la obra avanza y nos gana por demolición. La tensión que genera esta historia sobre lo difícil que es armar una historia alcanza, a pesar de ser fuertemente local en sus referencias, un carácter universal indiscutible y, a su vez, uno adivina que detrás de esto se está cocinando un tratado sobre la patria. Además de todo, Los hombres... es un tratado de actuación. La voz, el cuerpo, el gesto, la proyección, la relación con el espacio, el registro del público, lo interno, lo externo, todo se conjuga con enorme potencia. La ficha afirma que esta obra dura menos de una hora. Es mentira. Pasan los días y sus efectos me siguen conmocionando, pienso en ella y la música que me trae me vuelve a erizar la piel. Los hombres... es un viaje del que ni el más cínico sale inalterado.
El Crítico Enmascarado, Actualidad Artística
http://www.actualidadartistica.com.ar/2015/06/teatro-los-hombres-vuelven-al-monte-por.html
Esta obra escrita y dirigida por Fabián Díaz y actuada por un solo actor, Iván Moschner, nos coloca a los espectadores en el interior de un caleidoscopio fabuloso donde los colores, los escenarios, los sonidos nos transportan a un mundo en el que los límites del sentido se pierden en un horizonte esquivo. Tanto el texto como la dirección se atienen a una lógica brutal propia del teatro que coloca al espectador en el embudo del centro dramático con un ritmo envolvente. La actuación de Iván Moscher es sencillamente extraordinaria. Llena de convicción y de matices. Cada milímetro de su cuerpo está al servicio de expresiones que impactan en la percepción del público.
Enrique Morcillo, revista El Otro
https://revistaelotro.wordpress.com/2015/06/16/los-hombres-vuelven-al-monte/
Doble de cuerpo. Un texto que combina la sutileza de sus palabras y una creación de imágenes de manera constante y contundente. La puesta cuenta con un aceitado trabajo en todos sus aspectos. El desarrollo de la puesta es de una cadencia casi musical, en las sensaciones que va creando el maravilloso texto de Fabián Diaz. El texto tendrá su correlato en la cautivante actuación de Iván Moschner. A partir de las palabras que atraviesan su cuerpo, lo lleva a puntos de composición por demás intrigantes. Tensa y atrapante, “Los hombres vuelven al monte” es de esas puestas que uno se va con la sensación de haber presenciado un hecho teatral de calidad y que desea compartir con alguien, en ese mismo instante. Amén de querer volver a verla para vivir nuevamente ese paseo por las mentes y corazones de dos personajes de rica concepción y encontrar algo que se haya escapado en su debido momento.
Daniel Gaguine, El Caleidoscopio de Lucy
El texto de Díaz es un bombardeo épico el espacio y el silencio es invadido por la sonoridad y hondura de las palabras que conforman el discurso de estos personajes. Los hombres vuelven al monte es una odisea localista, es la aventura y el riesgo que propone la pregunta por la identidad. Díaz logra hacer magia con el lenguaje y logra una puesta de una ternura infinita. Cuando termines de verla, vas a aplaudir conmovido. Una obra para no dejar de ver.
Florencia Aroldi, Farsamag
http://farsamag.com.ar/los-hombres-vuelven-al-monte/
Un potente monólogo interpretado por Iván Moschner. Sin duda es un texto complejo y rico en una infinita posibilidad de sentidos y matices, el cual es magistralmente habitado por Iván Moschner, revelando de manera, tanto lúdica como dramática, las profundidades poéticas y discursivas de la obra.
Ricardo Ruiz Lezama, Aplaudir de pie
http://aplaudirdepie.com/2015/06/14/los-hombres-vuelven-al-monte-un-potente-monologo-interpretado-por-ivan-moschner/
Magistral actuación de Iván Moschner con un texto sensible.Todos los estados se viven en menos de una hora. Una verdadera clase de actuación. Muy recomendable.
Gastón Soulages, en Tiempos Salvajes
https://soundcloud.com/m-nica-d-curim/recomendaciones-de-finde-de-gaston-soulages-080515
Cuando Malvinas cambia de escenario
La pieza escrita y dirigida por Díaz, e interpretada por Moschner, indaga en la relación de un padre que había participado de la guerra y un hijo que se hace muchas preguntas. La escena está situada en el monte, “un lugar de ausencia”, como define el autor.
Entrevista de Cecilia Hopkins en Página 12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/10-35225-2015-04-12.html
El teatro se ocupa de la guerra por las Malvinas
Tres muy buenos trabajos escénicos se ocupan de esta temática, en un mes especial.
Por Carlos Pacheco en La Nación
http://www.lanacion.com.ar/1786404-sin-titulo
La guerra de Malvinas se revive en los teatros porteños
Por Paula Boente en BAE
http://www.diariobae.com/notas/64705-la-guerra-de-malvinas-se-revive-en-los-teatros-portenos.html
El espectáculo del día 277, entrevista a Fabián Díaz e Iván Moschner
Por Gustavo Urrutia en Revista Saverio
https://www.youtube.com/watch?v=I3ysaIVWgwU&feature=youtu.be
Los hombres vuelven al monte o lo político encarnado.
Por Guillermo Cacace.
Pareciera que con la designación de algunos hechos traumáticos como “tema” llegase su peor estadio de elaboración o su repetición esclerótica sin trámite posible para el dolor que portan dichos hechos. Hablo de hechos sociales. Algunas conciencias se relajan en dar espacio a la traumático como “tema”, entonces lo improcesable no emerge con su fuerza disruptiva, se lo domestica y saca a relucir, se lo desempolva como enunciado coagulado. El periodismo, las campañas de algún organismo oficial, el arte… dejan asomar el horror como “tema”. La operación que tematiza resta el cuerpo en su procedimiento. Es por eso que Los hombres vuelven al monte no trabaja sobre el “tema” de Malvinas, lo encarna, le devuelve su carne postergada, lacerada, mutilada, herida de olvido en tanto carne viva del tejido social. En la obra de Fabián Díaz no existe el pasado: Malvinas sigue sucediendo en los cuerpos/secuela, en los cuerpos/memoria. Nada se ilustra, nada se representa, se asiste a lo que un cuerpo puede cuando despliega su potencia en red con otros cuerpos: el cuerpo inacabado de la literatura, el cuerpo inasible de la luz, el cuerpo rítmico de la escenografía y el vestuario que danza, el cuerpo espacial de la música. Todos esos cuerpos afectando y dejándose afectar por el cuerpo visceral, óseo, emocional, perforado de Iván Moschner , aquí el actor, el hierofante. Pareciera que todos estos cuerpos se tornan complementarios en la renuncia franca a su totalidad. En abstención de cualquier totalitarismo estetizante.
Malvinas entonces tiene una especificidad al tiempo que comparte el espacio con todos los flagelos que nos determinan, en la obra la guerra se resiste a ser un recuerdo. Este colectivo artístico parece decirnos, ¿acaso acabó la guerra? Luego nos alojan en la guerra de todos los personajes, de los que fueron y de los que no fueron a Malvinas. La conciencia de estar todos en guerra, lejos de victimizarnos, nos ayuda a situar la cantidad de circunstancias invisibilizadas que nos constituyen, que son base de la propia tragedia y que, no obstante, sistemáticas acciones cotidianas tienden a diluir, a ocultar en múltiples simulacros de bienestar.
Cuando el teatro hace política de esta manera no necesita apoyarse en frases grandilocuentes, no necesita mostrarnos sus conclusiones respecto de un tema porque a diferencia de la banalidad estática de muchos actos políticos aquí asistimos a la transformación como medio y meta. En esta producción de obra la transformación no es un relato ni una promesa. Hay unos que esta noche se transforman frente a otros que son transformados con sus acciones y esto no es magia… o bien, si se quiere, la magia es la consecuencia de un alto grado de implicación, de compromiso. Una obra militante sería entonces toda obra que lejos de cualquier didactismo prefiere convidar una afirmación mientras muta en ella, la materializa, la hace lenguaje.
Tal vez no sea una obra popular en ese lugar donde lo popular necesita sacrificar lo singular para ser aceptado por un grupo numeroso… De lo que estoy convencido es que es una obra que puede ver todo el mundo porque como las obras más nobles tiene múltiples vías de acceso… si hasta se da el lujo de asesinar a la solemnidad en la exquisitez de un humor que todo el tiempo puede convertirse en su contrario y, posiblemente, allí radica la contundencia de su efecto.
Esto es sólo una parte de todo lo que es Los hombres vuelven al monte. No soy un crítico, soy un artista que supo todo esto que aquí expresa antes de terminar de ver un ensayo de este impresionante trabajo. Claro que por entonces sólo estaba muy conmocionado, hoy le sumo estas palabras que con suerte tal vez usted haya leído hasta el final. Ojalá así sea y, claramente, no por mí: esta no es más que una invitación a que usted vea qué le pasa, algo le pasará seguro y eso no está sucediendo con tanta frecuencia.
Palabras del autor y director
Los hombres vuelven al monte representa para mí la posibilidad de articular un discurso ficcional en torno a la Guerra de Malvinas, tema abordado aún escasamente en la escena teatral.
Pero, por sobre todo, es la posibilidad de darle forma a un drama muy íntimo entre un padre y un hijo.
A su vez me permite indagar en un registro dramaturgico muy complejo como es el del monólogo, encarando un texto que me demandó un trabajo exhaustivo con la palabra y la acción.
Dos años comprenden el proceso de montaje de este texto, que en la actuación de Iván Moschner alcanza una sutileza profundamente dramática y conmovedora para mí.
Fabián Díaz
Iván Moschner
Actor, director y docente.
En 2015 estrenó el unipersonal Los hombres vuelven al monte, de Fabián Díaz, en Apacheta Sala/Estudio. En 2014: Rinconete y Cortadillo en el teatro Nacional Cervantes. Realizó los siguientes trabajos actorales: Loro enMateo, de discépolo en el Teatro Nacional Cervantes, dirigido por Guillermo Cacace; Padre en Alemania, dirigido por Nacho Ciatti, en el Teatro Anfitrión; Coco en Ripio y Coco, Brasil, clowns, junto a Ariel Aguirre y Capitán en Las islas, de Gamerro, dirigido por Alejandro Tantanian.
También actuó en El panteón de la patria, de Jorge Huertas, dirigido por Guillermo Cacace en el Teatro San Martín y Marathón, de Monti, en el Teatro Cervantes dirigido por Villanueva Cosse.
En cine trabajó en Ancianas muertas de Martin Vega; Cara sucia, de Gastón Gularte; Extraños en la noche, de Alejandro Montiel; La noche del lobo, e Incómodos, entre otros largometrajes.
En televisión participó del ciclo Doce casas, de Santiago Loza.
Fabián Diaz
Director, dramaturgo, docente.
Es egresado de la Licenciatura en Actuación y de la Maestría en Dramaturgia de la Universidad Nacional de las Artes, UNA.
Se formó con Marcelo Savignone, Rubén Szuchmacher, Marco Antonio de la Parra, Ariel Barchilón, Viviana Iasparra y Alejandro Tantanian.
Trabajó con Guillermo Cacace en el Teatro San Martín y el Teatro Nacional Cervantes.
Asistió la dirección de Copia fiel, de Analía Couceyro.
Dirigió Dios está en la casa en el Teatro Astrolabio; El feo, de Von Mayemburg en El Camarín de las Musas y Pequeño casamiento, de Luis Cano en No Aveztruz, entre otras obras.
Participó en dos oportunidades como autor en el Ciclo de Teatro por la Identidad, con dirección de Daniel Veronese, con los monólosgos Soy el que quieras y Caracteres.
Es docente de actuación y dramaturgia en el ámbito académico y privado. Participó de numerosos festivales y congresos de teatro.
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